Topota

Topota me cambió la vida (aunque no tenga píxeles retro)

Voy a ir al grano: Topota es de esos juegos que no esperas que te afecten... y de repente estás pensando en él mientras lavas los platos, caminas al trabajo, o finges que prestas atención en clase.

Visualmente, nada de pixel art nostálgico ni estética retro. Topota va por otro camino: gráficos limpios, simples, pero con una personalidad rarísima y encantadora. Los personajes son animales antropomorfos (sí, como furry pero mineros), y estás en una mina subterránea enfrentándote a enemigos que parecen salidos de una fábula extraña escrita por alguien con mucho café encima.

La jugabilidad es directa y entretenida. Te mueves, golpeas, esquivas… pero todo tiene un ritmo que engancha. Y los jefes, madre mía. Hay uno que me hizo dudar de si realmente merecía seguir jugando. Pero cuando lo vencí, fue mejor que sacar un 10 sin estudiar.

Y aunque suene dramático: Topota me hizo reflexionar. No solo por la historia (que es más profunda de lo que parece), sino por esa sensación de luchar contra cosas que parecen imposibles y poco a poco darte cuenta de que sí puedes. Como en la vida, pero con menos sudor y más chillidos raros de enemigos.

No sé si a ti te va a cambiar la vida. Pero a mí me tocó una fibra. Me recordó que a veces, las joyitas escondidas son las que más brillan.

¿Mi consejo? Dale una oportunidad. No todo héroe lleva capa. Algunos se llaman Topota.